Recogeré despojos del sendero
despojado de huellas sembradoras.
Salvaré, cuando duermes, las auroras
que se pierden sin voz de mensajero.
Seré poeta, libre prisionero
del amor que me salva y me devora.
Escribiré con sangre redentora
esta luz inefable donde espero.
Cuando te canses de alimentos grises
y busques amapolas de misterio,
encontrarás mi corazón en vela.
Y tú vendrás a mi; pero no pises
fríamente mis flores de salterio:
puede morir mi niño centinela.