Porque es un don quererte. Me regalas
el paraíso de sentir asombro
ante los seres mínimos o máximos
que reflejan la luz de tu mirada.
Me cautiva el cariño desbordante
que Te hizo hablar en nuestro mismo idioma
encarnándote hombre desvalido.
Ese llegar humilde, de puntillas,
en el contexto cálido y materno
de la Virgen María. Con José,
como sombra de padre, cobijándote.
Ese vivir perdido en el silencio
manuscribiendo amor contemplativo
en la dócil madera que pulías.
Ese decir verdades arriesgadas
como gorjeos de ruiseñor rebelde…
Ese querer leal a los humanos
hasta por ellos entregar la vida.
Ese morir sembrando con tu sangre
la Iglesia que Te inmole para siempre.
Ese vivir resucitadamente
sobrevolando el muro de la muerte…
Me fascina tu amor. Y desearía
corresponder amando sin penumbras.
Y sé que este deseo ya es cariño,
porque Te doy entrada en mi pobreza.