31/8/22

NUESTROS LABIOS TE NACEN

 


 

 

Nacer aquella noche de Belén,

notar el cálido regazo de María,

limpiar el llanto de tus ojos nuevos

con mi mirada virgen derramada,

salvo plácidamente la distancia

entre Divino Ser y carne humana;

más ya no está la flor que te nacía;

sólo queda el establo y el invierno

en esta Navidad perseverante.

 

María se fió de nuestros labios

como Tú te fiaste, Dios Amigo,

en el lance inefable del amor.

 

¡Nuestros labios febriles y manchados

de beber en río de tu vida

las aguas turbias que agonizan casas

quebradas en espejo transeunte!

 

Temblamos al hablar para que nazcas.

Temblamos declamando el gran poema

que te encarcela a la sustancia nuestra;

“Esto es mi Carne, Esta es mi Sangre misma”

 

Y el misterio de amar nos resucita

calladamente, nos desencarcela

de la materia fría, nos transforma

en hijos de la fe, nos diviniza.


(Amor Eucarístico 3)