Hay palabras, Señor, deterioradas
por falta de respeto en nuestros labios:
hablamos del amor, de la alegría,
de la comunidad, de la familia…;
amamos con bálsamo de ciencia,
de justicia, de paz y de concordia
letras de imprenta, prisioneras
en nuestros lodos sucios y egoístas…
¿Qué hacemos con el llanto de los niños?,
¿qué con su grito pronunciado en brazos
desnutridos pidiendo pan o arroz?
No sirven las palabras, las ideas;
sólo la fe hecha carne de los santos
que comieron tu carne derramada.
Somos familia Tuya y Te comemos.
Abrázanos, Señor, para donarnos
hechos pan, hechos vino, hechos calor.
(Amor Eucarístico V)