Estás aquí, Señor, leve, sencillo
tenaz en el amor hecho comida
dócil entre paredes silenciosas
sujetando tu Luz con el misterio
para que nadie tema cercanías.
Estás aquí, Señor, perseverante
llamándonos, mirándonos, urgiéndonos
solicitas diálogo sereno
para calmar nuestro temblor sangrante.
Estás aquí, Señor, y lo ignoramos
soberbia ciega en la selva oscura.
Somos pequeños, Dios, nos confundimos
al buscar el reposo a este cansancio
que cada día nos gasta sin notarlo.
Pero espera, Señor que todavía
hay amor de plegaria en nuestras almas.
(Amor Eucarístico 4)