Hace unas semanas me acerqué a Prádena para visitar la casa natal de Rafael Matesanz con otros miembros de la asociación que vela por su memoria. Fue posible por la gentileza de Aurora, hija de un primo carnal de nuestro querido poeta, propietario del inmueble.
Ya hacía tiempo que mi hermano Alberto, tantos años párroco de la localidad me había dicho que la vivienda tenía poesías y dibujos de D. Rafael plasmados en los muros. Esto había despertado en mí el deseo de contemplarlo. Por fin llegó el día. Pude cerciorarme de que se trataba de una casa solariega de 2 plantas y con un amplio desván, 2 balcones, y una sencilla terraza que daba a la antigua calle de Santa Ana número 7, hoy dedicada al poeta.
Por cierto, la ciudad de Segovia tiene una deuda pendiente con Rafael Matesanz, ya que en ella vivió casi toda su vida, gastó noblemente sus energías, y la ensalzó con su pluma.
Siguiendo adelante con lo que iba diciendo, la casa se conserva providencialmente tal y como estaba cuando D. Rafael enfermó y murió a finales de 1999.
Nada más entrar en el vestíbulo, a modo de pórtico, del quien destacó por su amor a la Madre de Jesús, se lee: Mira a la Virgen maría/ blanca como piel de armiño/ dale tu ser, y confía/ que es posible la alegría/ si la quieres como un niño. Hace poco, hablando con el dueño de un establecimiento me dijo que fue alumno en los años noventa de D. Rafael en el Andrés Laguna, y que recordaba su gran amor a la Virgen María.
Es también frecuente su referencia a la infancia espiritual en su extensa obra poética, queriendo encarnar lo que Jesucristo dijo sobre los niños y el Reino de los Cielos.
La advocación mariana que conquistó su corazón fue la de la Fuencisla a la que dedicó versos como el que plasmó en un adorno de pared con la fotografía de la Señora con el manto de la Reina María Cristina a la vuelta a su Santuario, tras pasar los arcos del Acueducto: Segovia, ciudad en vuelo,/ acequia de luz alzada/ verso de piedra sin velo/ que coronas en tu Cielo/ a la Virgen azulada.
Para Rafael Matesanz su casa era hogar temblor de llama, cercanía de nido, refugio del sentimiento…Allí había nacido un 22 de octubre de 1933. Sus padres se llamaban Rafael y María, de Prádena y Casla respectivamente. Tuvieron primero una hija, María, que por enfermedad no llegaría a cumplir el año. En la casa se conserva una fotografía de esta niña entre sus padres. Fue un descubrimiento para mí, pues nunca había oído que D. Rafael hubiera tenido una hermana.
Subiendo a la primera planta hay una segunda cocina con el fuego a los pies. Tiene una sencilla ventana, y muy cerca una pequeña mesa donde escribía el poeta. Todavía tiene la lamparita que permitía seguir rimando frases cuando la luz natural se escondía. En la cocina no falta la petición alusiva del padrenuestro: El pan nuestro de cada día dánosle hoy.
En esta planta hay cantidad de dibujos y frases encendidas, entrañables. Un simpático cuadro de una anciana sorprendida por los juegos de su gato le lleva a decir: Abuela, con tus cosas sencillas y cálidas, siempre estás conmigo.
Rafael estaba orgulloso de haber sido llamado al sacerdocio, vocación que descubrió en su adolescencia a la par que la de poeta. Realizó un dibujó de la fachada de la iglesia de Prádena en la escribió: Aquí nació Dios en mis manos por primera vez. Fue el 27 de diciembre de 1961.
Su fe se podía tocar, era muy grande: No sueña, existe el pájaro y el amor y Dios. Este don no le achicó, al contrario, por eso pedía con el dibujo del caballo alado pero con un peso atado a una pata por cadena: Dejadme volar.
Con su sonrisa, poniendo el corazón en la mirada, trasmitía paz, por lo menos lo deseaba, tal y como recordaba en su casa al ver el dibujo de una paloma con la rama de olivo en el pico.
Se sentía hijo de la Iglesia, su unión con el Papa, era sin fisuras. Quiso poner debajo del escudo de san Juan Pablo II: siempre contigo.
Rafael Matesanz se sentía doblemente asociado a san Juan de la Cruz por su santidad y poesía: Árbol de luz eternamente vivo/ Juan de la +/ pequeño fraile/ amigo.
La alegría le parecía un ingrediente imprescindible en la convivencia. No le faltaba sentido del humor. En el dintel de entrada a su dormitorio se lee Catacumbas.
Espero que el lector haya disfrutado con esta rápida visita que acabamos de hacer a la casa paterna de D. Rafael. Podría preguntarse qué va a ser de esta casa. Pues depende un poco de todos. Desde luego, junto al marco natural de Prádena con sus acebos, robles y enebros, a su cueva de los Enebralejos, a su iglesia de san Martín y ermita de san Roque, su plaza, sus calles, podría sumarse como un interesante punto turístico.
Pero sobre todo, de lo que se trata es de salvaguardar la memoria de una de las plumas, no sólo de Segovia, Castilla y León, sino de las letras hispanas, ya reconocida, pero que irá agigantándose con el paso de los años.
El Ayuntamiento de Prádena, la Diputación de Segovia, la Junta de Castilla y León, el Gobierno de España tienen la oportunidad de que no se pierda este legado. Es una llamada urgente, pues la vivienda puede caer en manos desaprensivas, que ignore su valor.
Una casa museo está llamando a nuestra visión de futuro.
José- Miguel Espinosa Sarmiento
Publicado en EL ADELANTADO DE SEGOVIA, 30 diciembre 2022