Hogar de origen: el Amor divino.
Lugar de residencia: la Esperanza.
Profesión que no cesa: la Alabanza
y enseñar a los hombres su Destino.
Alimento diario: pan y vino
transubstanciados por la voz que alcanza
la Carne del Señor, hecha bonanza
de manjar y de luz para el camino.
Su mirar es lucir amaneceres.
Su llorar es sentir albos quereres
de azucena, de nieve y pura llama.
Y es que tiene de madre la ternura;
de madre la alegría y la locura
de ser un corazón que siempre ama.