Beatriz de Silva se llenó de cielo
como alondra de luz contemplativa
con libre corazón quedó cautiva
tras la clausura de su casto velo.
Sueña con nieve su filial desvelo,
nieve de amor que se hace llama viva.
Huye de mundo, blanca fugitiva,
y arriesga el corazón en alto vuelo.
Tiende la Virgen su mirada mansa
y la hermosura de Beatriz descansa
en sus manos de Madre protectora.
Por la ventana de su celda asoma,
blanca y azul, a cándida paloma
que hace a Beatriz la Madre Fundadora.
