Por la puerta sencilla del cariño
entro al establo del Belén viviente.
Siento mi corazón adolescente
con ansias de cantar y beso al Niño.
Todavía mi sangre en desaliño
navega por mis ojos y mi frente.
Hay un rubor de niebla penitente
y con este rubor de amor me ciño.
No sé decir lo que decir quisiera.
Tan sólo sé mirar la mansa hoguera
que atiza San José para encenderme.
y junto al Niño con José y María
soy tan pobre que alcanzo la alegría
de quedarme con Ellos y perderme.