Pero el trozo de pan que te sustenta
se oculta en el hogar de llama leve:
sencillamente gozas cuando llueve,
sencillamente, cuando el sol calienta.
Tu sencillez de sabio se aposenta
en tu surco de hombre como nieve
que fecunda tu alma y que se atreve
a salvar la oración que te alimenta.
Sean otras altivas cordilleras,
rivalidad de loca arquitectura,
altavoces de música llagada;
Tú, sencillo, sembrando primaveras,
nutriendo la raíz de la ternura
y advirtiendo el calor de Su pisada.
(Cinco sonetos amigos para D. Juan de Contreras)