I
Pareces
manto de la noche oscura
o túnel
que soterra la alegría.
y, sin
embargo, tu fecunda umbría
cobija
ruiseñores de ternura.
Dentro de
ti, mi corazón madura
frutos de
amor en fresca lozanía.
Eres el
salmo de la carne mía;
de mi
carne y mi sangre en sembradura.
¡Oh
sotana de luz! Tu negra tela
no me
quita la paz ni me encarcela
en agónicos
gritos de fracaso.
Dentro de
ti, me siento convocante
del amor
verdadero, caminante
que habla
de Dios feliz, en cada paso.
(Tordesillas,
El Rincón 1 -Junio -1998)