II
Hay quien
no sabe que tu voz proclama
la
presencia de Dios perdonadora.
La
materia sin alas los devora
y mata el
vuelo de su triste rama.
A mí me
das el verso que declama
esperanza
inmortal benefactora.
Va
creciendo mi gozo cada hora
porque me
dices que el Amor me ama.
No te
sientas estéril, si la ira
pasa de
ti con furor te mira
y te
clava el acero de su lanza.
El hombre
necesita tu paisaje,
tu negra
estrella, tu vital coraje
que dé
razón de ser a su esperanza.
(Tordesillas,
El Rincón 1 -Junio -1998)