1/7/23

EL PUEBLO DE DIOS: LA IGLESIA

 


 



Somos peregrinos; pero

no estamos solos.

Caminamos en común.

Partimos nuestro pan,

bebemos de la misma cantimplora,

el mismo bastón da alas a nuestro peso.

 

La blanca gasa de su amor fraterno

venda las heridas de nuestros

pies cansados.

Tú sabías, Señor, que

solos no podíamos llegar,

por eso uniste

nuestras vidas

con el lazo místico

de tu Iglesia.

 

Ella es la gran comunidad,

la gran familia, abierta

siempre a todas las llamadas

de los nudillos con frío y noche.

Por eso ser fieles a la Iglesia

es ser fieles al amor.

 

Hacer apostolado

es comunicar nuestro calor

a cualquier sueño de

esperanza,

a cualquier valor humano

que no sabe pronunciarte,

es dar cauce

a cualquier deseo de entrega.

 

Ya nadie

está condenado a morir

inevitablemente

de soledad.

Están invitados

a tu ágape

sin distinción de clases.

Y no caben perplejidades

para cual inteligencia

y voluntad

porque tu familia

tiene un sello una

nota inconfundible.

 

La nota de la verdadera

Iglesia de la verdadera religión

es hoy -mucho más que

en las anteriores épocas de

de la historia- el amor.

 

Este es el milagro, al que

solamente se resisten

los llagados crónicamente

de egoísmo o de odio.

 

Ser fieles al amor

es ser fieles

a tu Iglesia,

es ampliar

creadoramente

tu Iglesia.

 

Que permitamos fecundidad

al horno de savia

que nos naces

en nuestros instintos sociales

y comunicativos

con raíces de eternidad.