20/7/23

PALABRA DE LAS COSAS

 


 





Tu hablas, Señor.

Nos hablas diariamente

en las cosas menudas que tocan nuestra existencia.

Y en las grandes;

en el silencio -a gritos de luz-,

de las estrellas;

en la montaña nevada

besando el limpio azul del cielo;

en el abrazo de los océanos

a nuestro planeta:

Este pobre planeta,

con pardo miedo de tierra seca

que tan tiernamente

agradece la caricia de la playa

y el contacto arterial

de los ríos

acicalando su rostro

con verde maquillaje,

gorjeando variedades

de peces marinos y fluviales.

 

Hablas, Señor.

Nos estás hablando

en la fiel permanencia

de tu aire

que envuelve nuestro cuerpo

y acude siempre

a la llamada

de nuestros pulmones.

Tu aire que siempre trae consigo

revoloteos de pájaros

y colores de paisajes,

discretamente adultos, eso sí,

e invisibles,

pero vivos, rogando nuestro

saludo cordial.

 

Hablas, Señor,

en la vida comunitaria de nuestras células

formando un todo orgánico

que ve,

que oye,

que palpa,

que huele,

que gusta,

que late…

 

Es magnánima

tu palabra en la creación,

sin darnos cuenta,

sin enloquecernos gritando; gracias.

 

Tal vez imaginando

el don de la vida

como un cáncer

o como una llaga

que detesta

a la sádica voluntad

del Otro

o de la Nada…

 

Y tú, Padre, a nuestro lado

esperando…

esperando, sin gesto agresivo,

de venganza.