Va floreciendo Dios entre miradas
tiernas como tu seno de azucena.
Tu hogar sencillo canta cuando estrena
su ritmo adolescente de pisadas.
Dios en busca de estrellas alejadas
aprende de su virgen nazarena.
Andará sobre el mar, sobre la arena
del hombre y sus entrañas apagadas.
Escultura de luz, vas cincelando
el corazón del hijo manso y fuerte
con golpes de cariño y armonía.
Notas que la escultura va llegando
a madurez divina. Y desprenderte
es el toque final de tu agonía.