Languidece la luz sobre los montes
y las fuentes apagan la sonrisa.
Mi corazón Te busca en la penumbra
para sentir tu plenitud de Padre.
Vuelvo al hogar, Señor, donde descansa
mi cuerpo fatigado por las horas.
Paso el tiempo mirándote y respiro
el aire siempre fresco de tu casa.
Aquí tienes mi gozo de quererte,
mi gratitud humilde y rebosante,
mi pobre ser sintiéndote tan cerca,
que todo yo soy paz en las entrañas.
Consérvame pequeño en el silencio,
dando paso a tu voz en mis arterias.
Sigue salvando mi crecer inmenso
en la fe que me nutre y que me alienta.
En tu hogar Trinitario me sosiego.
Padre de luz eterna e increada,
Hijo, Palabra en carne de comida,
Espíritu de gozo derramado. Amén.