Esta llama de enebro manuscrito
por la mano de Dios suave y austera
ha encendido mi pluma de madera
para donarte el verso que recito.
También tu corazón, dócil escrito
por la mano de Dios en primavera
ha crecido tan alto que supera
la sencilla liturgia de mi rito.
Sigue creciendo como el árbol fuerte
que anuncia, trozo a trozo, los mensajes
de gratitud agreste y encendida.
Dios está con nosotros y se vierte,
como el alba que nutre los paisajes
para dar plenitud a nuestra vida.