2/11/23

SIN TI NO SOY

 


 



Yo llamo ser a estar en la esperanza

de salvar ruiseñores y cigüeñas.

Yo llamo ser al niño que confía

en el regazo tierno de su madre.

Yo llamo ser al beso que presagia

culminación eterna.

Yo llamo ser al llanto que fecunda.

Yo llamo ser a caminar descalzo

y sellar con la sangre los caminos.

Y llamo ser al vuelo.

 

No llamo ser a recitar gorjeos

de alondras inundadas de ceniza.

No llamo ser a carecer de hambre

porque alimenta el copo de la espuma.

No llamo ser a resignarse al tiempo

y aceptar los barrotes de su cárcel.

 

Pero yo soy Señor, porque cobijo

a todas las cigüeñas marginadas.

Torre viva sostengo la esperanza

aunque desamparado entre los huracanes

cuando Te ausentas de mi primavera.

¿o no te ausentas, Dios, y sólo juegas

con mi cerilla humilde, a ser de noche?

 

Yo tengo luz, Te veo, aunque Te escondas

en esta carne que se va gastando

y se confunde con el polvo.

El polvo no eres Tú, pero me habla

de tus huellas llamando, y Te persigo.

Y cuando no te ausentas, Te respiro,

me inundas y Te asomas al balcón

de mis ojos de niño siempre nuevo.

 

Sin Ti, no soy, Señor, sin Ti no hablo

y hablar es ser tan evidentemente

que mi palabra es luz de Tu Palabra.

Gracias, Señor, por coronar mi torre

con Tu palabra hecha cigüeña humilde.

 

Pocas veces la niebla entenebrece

la palabra de luz, de mi Segovia;

pero hoy me roba la oración de piedra

de sus torres trigueñas; hoy no sé

si galopo incansable hacia lo eterno

sobre el dócil rocín del Acueducto;

hoy, hijo de Segovia, entre la niebla

me siento tan confuso que Te busco

en las cavernas de mi frágil ser.

Dime, Señor, lo que la niebla clausura

cuando hiere los ojos.