15/3/21

SILENCIO ELOCUENTE

Me retiro, Señor, al desierto

donde se percibe mejor tu Presencia.

Necesito escuchar tu Palabra

limpia de ruidos estridentes y desvelos vanos.


Sólo tu rostro me sosiega

y no Te veo

cuando la niebla del olvido humano

Te ignora.


No me resigno a vivir

sin notar y agradecer

tu permanente y cálida mirada.


Me nutre el silencio.

Me restaura contemplar mi alma desnuda:

Advertir las llagas

de mis pecados y mis limitaciones

para curarlas Contigo.


Pero también, disfrutando mi pequeñez,

me complace saber

cómo valoras y asumes con cariño

lo positivo de mi ser

que Tú mismo me donas

y Tú mismo cultivas.


Gracias, Señor, por el silencio y la soledad

del desierto cuaresmal y monacal

que me renueva incesantemente.