¡Hija del Padre! Alba de Luz Inmaculada
donde el Amor Eterno solicita ternura.
El Espíritu Santo fecunda tu clausura
y nace de tu carne la Palabra Encarnada.
Toda de Dios, María. Es clara consumada
como fruta de fe libérrima y madura.
Tu voluntad fundida con la Suya inaugura
la nueva primavera en ti recuperada.
¡Hija del Padre!, Madre de su Palabra. Esposa
del Espíritu Santo. Sencilla como rosa
besada por el sol que en Ti se deposita.
El mismo Dios habita tu carne confidente
y canta tu poema su corazón reciente
para hacerse Contigo Palabra manuscrita.