Nace la Iglesia junto a Ti, María.
Tu silencio de Madre sin fisura
otra vez -¡oh Belén!- se hace ternura
para abrazar la Niña que nacía.
Pentecostés, prodigio de alegría
en los ojos, los labios y la pura
palabra que rebosa y que rotura
el dolor de la tierra en agonía.
Crecerá, junto a Ti, la Iglesia-Niña
como el Niño Jesús, en la campiña
de tu amor -primavera florecida-.
Y la Iglesia, crecida en tu mirada,
será, Contigo, Madre enamorada
dando a sus hijos corazón y vida.