Tu me nombras “amigo”. Te confías
en mi noche sin luna y ni estrellas.
Tus huellas paralelas a mis huellas,
letras de sangre Tuyas con las mías.
Gracias, Jesús, Amigo. Son mis días,
desde que Tú con tu amistad me sellas,
vergel de alondras y de espigas bellas
brotando primaveras de alegrías.
Tú me nombras “amigo”. Tú me amas
imprudente y feliz, hasta las llamas
de fundirte conmigo confidente.
No respondo de mí; pero Te digo
que sólo viveré por ser tu amigo
y darte el corazón perdidamente.