Hombre De piedra, pura reciedumbre
de noble corazón apasionado.
Te miró Jesucristo y has quedado
en el recinto de su mansedumbre.
“¿Adónde iré sin Ti?”. Sólo tu lumbre
calienta para siempre mi costado.
He de vivir Contigo conjugado
como el río y la nieve de la cumbre.
Jesús, Hijo de Dios, como la yedra
recibe de la entraña de la piedra
la savia que alimenta su latido,
así mi vida en Ti cristificada
reflejará la luz de tu mirada
al mundo roto y entenebrecido.