No me avergüenzo por haber nacido
con alas y poema en la garganta.
Quien habla del amor y al amor canta,
tiene derecho a ser bien recibido.
No sembraré temblores de mugido
porque no sé mugir, ni se levanta
mi corazón en armas cuando espanta
la sombra del halcón mi débil nido.
Pero soy ruiseñor, pájaro exacto,
con un mensaje de frescor intacto
para decir que existe la alegría.
Presagio corazón desde mi rama,
magisterio de luz que se derrama
sembrando vuelo en tierna rebeldía.