26/7/23

LIMPIAMENTE DESNUDOS

 



 

Adán era consciente

gustaba

su limpia verdad e hombre

en el vértice excelso

de lo creado.

 

Su inteligencia pronunciaba a los seres;

daba matiz luminoso a los colores;

música, a los sonidos.

 

Le faltaba sólo

desenterrar el poema

de lo menudo y de lo magno,

de todas las cosas.

 

No era plenamente feliz.

Tú, Señor,

pendiente siempre de su alegría,

lo notaste;

y, al despertar,

la luz hermosa

de unos ojos distintos

encendía su sangre humana y sola.

Revivía su poema enterrado en

cada cosa.

 

A su lado estaba

ella: su sueño vivo

de las flores.

Adán Te dijo “gracias”.

Su mejor carne estaba

allí, cincelada por Ti.

Y le llamó mujer,

y escribió su nombre

en la llama de todas las estrellas

en el beso de todas las riberas.

 

Y a partir de aquel momento

entendió

el misterio fecundo

de la primavera.

Y Adán repetía

“gracias, tu mano generosa”.

 

Señor, nosotros, jóvenes del

siglo XX, ¿sabremos repetir en

el amor limpio su

palabra gracias”?