29/7/23

POCO A POCO, RESTAURAS LA LUZ


 



Los hombres,

como abejas despistadas en la lluvia,

divagaban

de soledad en soledad.

 

A veces la tierra

enlodaba sus alas

en ansia lujuriosa

de terrificarlos

antes.

 

Los miraste, Señor,

con amor

que entonces se llamaba compasión.

 

Lloraste sobre ellos

tus peculiares lágrimas

que poco a poco

iban a lavar su sombra

y a restaurar su luz:

 

Dialogaste con los patriarcas

un pacto

de esperanza.

 

Encendiste

en la sangre poética de los profetas

la llama

que traspasaba los futuros siglos,

y transía

su carne humana

de dolor y de anhelo.

Les complicaste la vida, Señor,

a estos generosos

restauradores de tu luz.

 

¿Por qué, siempre tratas así

a tus amigos?

¿Por qué la verdad,

impregnada de la propia carne,

duele como la espina

en el corazón de Machado?

¿Por qué, tus amigos,

sacada la espina,

no pueden vivir

con la herida de su vacío?

 

Gracias, Señor:

para restaurar la luz, la verdad,

necesitas

nuestro magullado corazón

de amigos de carne.