Llanto de Dios: dolor que se derrama
en silenciosa y líquida agonía.
Ojos de Dios llorando, garantía
de un corazón divino que nos ama.
Árbol de amor que fluye por la rama
que se desgaja en loca rebeldía.
Sol de misericordia, cercanía
que en lágrimas de luz nos mira y llama.
Humanísimo Dios, Jesús, hermano
de carne y hueso, de sonrisa herida,
tórnanos fuente que nos riegue y vierta
en lágrima viril y arrepentida.
Danos al corazón latido humano,
quede así nuestra carne al cielo abierta.