1/8/23

MONTAÑA NEVADA (La mujer muerta)

 


 


Era blanca la nube, su blancura

dio envidia al corazón de tus cavernas

y olvidando caricias sempiternas

te decidiste a combatir su albura.

 

Hastiado de luz y de hermosura

el sol alióse a ti, sus manos tiernas

negaron la caricia a las eternas

mecedoras de estrellas en la altura.

 

Y con el llanto que destila el alma

la pobre nube abandonada y triste

de tu extensión en la espaciosa palma

derramaba el botín que perseguiste:

lágrimas nacaradas que con calma

iban tegiendo el manto que te viste.