Tal vez mi soledad, torre doliente,
esté llagada de estelar locura.
Es nociva, tal vez, esta aventura
de voltear campanas en mi fuente.
Busco evasión de sueño en tu corriente
río espeso, Madrid, y la amargura
de mi niño rebelde no inaugura
tus peces de color, hechos presente.
Campanas me repican en las venas.
Campanas me florecen en los ojos
campanas me galopan por las lomas.
Campanas tercas son estas cadenas
que encarcelan mi alma en los rastrojos
encendidos con vuelo de palomas.