Fugitivo salí de no sé dónde
y en el vuelo inocente de mi huída
entre tus calles se encontró perdida
mi alma que, si llamo, ya responde.
No sé si fui villano o si fui conde;
si florecen amapolas en mi herida
sólo sé que encontré por fin, la vida
y que mi corazón ya no se esconde.
Sé que mis hombros ya no llevan carga
de envidia provinciana y luz amarga
de ojos que me ponían zancadillas.
Puedo volar por todo el universo
puedo fluir la sangre de mi verso
reclinado en la paz de tus orillas.